Con la idea de crear espacios abiertos y continuos, se configuran viviendas con zonas de día diáfanas que se funden con el exterior mediante grandes ventanales.
El proyecto, ubicado en la ladera de una montaña frente al mar Mediterráneo, debe su geometría a la intención de acercarse al mar y a la costa de Benicàssim. Se trata de una parcela longitudinal con gran pendiente, en la que se inserta un volumen sinuoso que se va adaptando al terreno y al paisaje, abriéndose por completo a las vistas y el sol y permitiendo la comunicación transversal con el paisaje posterior, montañoso y poblado de vegetación mediterránea.
Las viviendas se disponen frente al mar en tres niveles que se abancalan entre sí generando amplias terrazas y ganando el máximo espacio ajardinado en planta baja. De este modo, las circulaciones, recayentes a la fachada posterior, se conciben abiertas al paisaje, propiciando lugares de relación y generando continuidad con el lugar.
La integración y el diálogo con el paisaje se plantea como un reto principal, por lo cual se dota al proyecto de una materialidad de cariz mediterráneo donde predomina la madera, el color blanco y la utilización de celosías para tamizar la luz y controlar el soleamiento.