«Los elementos de vegetación preexistentes no se eliminan ni se desplazan de su posición original. Al contrario, el diseño se adapta a estas preexistencias y acompaña al arbolado.»
El Municipio de Vall D’Alba disponía de una plaza principal que se encontraba muy deteriorada, en desuso y no respondía a las necesidades de los ciudadanos, por lo que se adoptó proponer una reforma integral que mejorase sus condiciones. El nuevo espacio precisaba mejoras de accesibilidad e iluminación y debía incluir mobiliario que permitiera a la ciudadanía utilizar la plaza como punto de encuentro y descanso. Son muchos los habitantes que habitan el municipio y, sin embargo, el número de personas que se observaba en la plaza era siempre nulo o muy pequeño porque se trataba de un espacio diáfano, desprotegido y de escasa “habitabilidad”. Por ello, con esta actuación, se pretende revitalizar el espacio y devolverle su función de plaza viva y centro de reunión de vecinos. La nueva propuesta debía entender la proximidad con la Iglesia y su plaza, y dar respuesta consecuentemente a esta relación y ser especialmente sensible en su diseño y formalización. Con la intervención se mejora la problemática que tenía la plaza y se tiene en cuenta el espacio amplio y sin mobiliario ni vegetación que se necesita conservar como punto de encuentro en momentos puntuales durante las fiestas del pueblo. Por tanto, se trata de volver a recuperar el espacio de interrelación e interconexión que ha supuesto tradicionalmente la plaza. Y en este sentido, proponer mobiliario, pavimento, zonas de sombra y elementos que permitan la revitalización que se pretende. El proyecto incluye una dotación de bancos que a su vez son maceteros de gran tamaño compuestos por tablones de madera natural sobre muretes de hormigón. Esta solución es única en diseño, ya que se trata de un elemento creado exclusivamente para esta plaza. Están construidos de manera resistente y duradera. Los elementos de vegetación preexistentes no se eliminan ni se desplazan de su posición original. Al contrario, el diseño se adapta a estas preexistencias y acompaña al arbolado con una serie de elementos rectangulares decorativos de gravas o corteza de pino formando un entramado geométrico que juega con el pavimento cerámico.